Los Absalones de las iglesias actuales.
2ª Samuel 16:3.
David, ya como rey de Israel, tenía dificultades con sus hijos. Por ejemplo, la perversidad de uno de sus hijos enamorado de su hermana a quien, finalmente, violentó sexualmente (Amnón y Tamar). El odio que adquirió Absalón, otro hijo de David, contra su hermano fue mortal porque lo mandó a asesinar. Ahora este mismo hijo desea el perdón de su padre y David luego de un tiempo se lo concede. Pero se cumpliría la Palabra del Señor sobre David: “no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer” (2ª Samuel 12:10).
Toda acción trae una consecuencia, nada queda al azar; sin embargo el perdón del Señor hacia su siervo David es el reflejo del verdadero amor del Padre. Por eso David también trae a su mesa a Mefiboset un hijo de Jonathan, un nieto de Saúl; porque entendió el amor de Dios. Por eso David deja a Jerusalén en manos del idólatra y vanidoso Absalón confiando en que Dios hará justicia. David como un padre no forzará a su hijo a la obediencia, Absalón ya tiene edad para reconocer el bien y el mal; dejará que la voluntad del Señor actúe.
David huye de su propio hijo Absalón, junto a una parte de sus fieles guerreros escapa de Jerusalén sabiendo que el Señor actuaría cuando sea el tiempo…y el tiempo llega. Esto es maravilloso, porque los que confían en Jehová son como el monte de Sión ¡Gloria a Dios! Mira tu puedes ser calumniado, mirado en menos, desconocido, etc. Pero es tiempo que aprendas a confiar en el Señor. Él nunca, nunca aborta una misión y nunca, nunca deja de aplicar justicia.
Es triste el final de Absalón, una muerte trágica, enredado en sus propios cabellos, en lo carnal que más amaba. Dice la Palabra del Señor que “una vez al año se cortaba el cabello y pesaba dos kilos el pelo que se cortaba”, su vanidad era su cabello y murió por culpa de sus cabellos, enredado en una encina. Cuidado, cual es nuestra vanidad ¿mi trabajo? ¿Mi familia? ¿Mi auto? ¿Mi iglesia? Dios quiere sólo un servicio y es hacia su persona, la de Jesucristo.
No desees lo de otro, porque Dios te ha otorgado tu propia bendición. No mires en menos lo que Dios te ha otorgado, porque debes hacerlo crecer, debe fructificar, como la semilla de mostaza que siendo tan pequeña llega a ser un gran árbol ¡Qué gran fe aumentada!
Reprendamos el espíritu de Absalón en el nombre de Jesucristo nuestro Señor. Toda la gloria sólo para el Señor. Nada es nuestro…todo le pertenece a nuestro Rey ¡Gloria a Dios!
