sábado, 22 de octubre de 2011

Halloween fiesta satánica.


Ciegos...ciegos...
Jesús dijo: Para juicio he venido yo a este mundo; para los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. (San Juan 9:39)
Los escaparates y vitrinas de todo el mundo, al menos de los países en desarrollo y desarollados, se visten de oscuridad. Esta fiesta maligna llamada "Noche de Brujas", se introduce sutilmente en los hogares y mentes de millones de seres humanos, como algo novedoso y alegre. Cuán alejado de la realidad, cuando a lo malo se le llama bueno y cuando el ciego cree ver. ¿Le podría decir a un ciego que está viendo cuando usted sabe y observa como sigue otra dirección? ¿Podría usted quedar indiferente cuando lo ve atravesando calles cuando los vehículos están en movimiento y el peligro de muerte es inminente?
Los fariseos le preguntan a Jesús: ¿Acaso nosotros también somos ciegos? Cuán difícil es ver con el espíritu; porque el espíritu distingue las cosas espirituales y mientras el Espíritu Santo no obre y contruya una nueva vida y NUEVOS OJOS PARA VER, el ser humano estará ciego. Para que un ciego vea se debe producir un milagro, sus conductos deben ser reparados crear retina, cornea, vasos sanguíneos, etc. Pero para los ojos del espíritu debe haber un milagro mayor, la transformación del alma, el nuevo nacimiento ¡Gloria a Dios! El hace nuevas todas las cosas. Por esto los hijos de Dios vemos la maldad donde otros no logran ver, por esto las tinieblas son reales en esta "fiesta" pagana, Halloween es un culto al demonio y no hay otra situación.

viernes, 14 de octubre de 2011

La habitación del Señor

La habitación del Señor

“Señor tú dijiste que vivirías en una nube oscura; ¡pero yo he hecho un templo para ti, SEÑOR, para que vivas en él para siempre!”. 2º de Crónicas 6:1,2 (NBD)

Israel, por muchos años, tenía la presencia del Señor sobre ellos; ya sea a través de una nube o en el fuego de la noche. Era visible y palpable, Dios estaba con su pueblo; tenían su protección, guía y cuidado. Siempre fueron observados por el Señor, en toda su vida desértica, intentando llegar a la Tierra Prometida por 40 años, Dios los miró desde arriba. Maná, codornices, agua (pan, carne, bebida) fueron su alimento y su ropa ni calzado se gastó; como un Padre Jehová estuvo siempre con ellos a pesar de su idolatría y rebeldía nada les faltó. Dios no podía vivir con este pueblo contumaz y rebelde, Dios no podía habitar en lo profano y sucio; la nube los seguía de lejos. Cuando Moisés quería conversar con el Señor se dirigía a la montaña, lejos del pueblo contaminado, porque es imposible gustar de su presencia sin santidad, sin limpieza interior y Dios no podía habitar junto a ellos por el pecado que cometían los más de 600.000 israelitas.

En el inicio de la creación la presencia de Dios, su Santo Espíritu, se movía sobre las aguas, se paseaba en el Huerto del Edén, Dios quería habitar junto a su creación; pero los ojos del pecado fueron abiertos y la raza humana sucumbió en la catástrofe de la maldad. Uno a uno grandes líderes fueron levantados por el Señor para hacer habitar su presencia entre el pueblo, pero siempre la maldad arrasó con la santidad del pueblo que se erguía en arrepentimiento, pero la próxima generación volvía a la idolatría e imitación de los pueblos vecinos. Entonces, detrás de las majadas de corderos, Dios escogió a un joven según su corazón: el rey David. No fue hijo de reyes, de familia acaudalada, no era alto, robusto, sin embargo tenía un corazón de acuerdo a lo que Dios quería. Pero David sólo concibió de los planes de Dios el modelo de la casa habitación del Señor y dejó los recursos, otro iba a construir la casa del Señor, su hijo Salomón.

Al inaugurarse la casa del Señor “La nube cubrió el templo del Señor”, cuando entonaron los coros un cántico al Señor, inmediatamente su gloria llenó el lugar y cesó la ceremonia ¡Gloria a Dios! No pudieron seguir a causa de la espesura de la nube (el peso de gloria) ¿Dónde habita Dios hoy día? La respuesta, si eres su hijo, la sabes, pero no lo puedes comprobar. Sí, Dios dijo que ya no moraría en templos hechos por manos humanas, sino en el corazón del hombre, pero esta casa habitación hoy no puede contener la santidad del Señor; bueno tal vez pienses que Dios vive en ti, pero su gloria debiera llenar tu vida y ser el reflejo de su gracia ¿Dios vive en ti?

sábado, 1 de octubre de 2011

FE INQUEBRANTABLE


En Hechos capítulo 5, luego de la llenura y muchos bautizados con el Espíritu Santo en el día del pentecostés, se inicia el tiempo de gloria para la Iglesia del Señor (dueño de la iglesia): La persecución de los apóstoles. "Arrestaron a los apóstoles y los metieron a la cárcel. Pero un ángel del Señor abrió de noche las puertas de la cárcel y los sacó de allí". ¿Para qué? La respuesta se las da el mismo ángel del Señor: "Vayan al templo y prediquen de la Vida"
Cuando Cristo nos salva no tenemos otra opción, algo te quema y te dice ¡Predica! Es que el Señor te ha salvado, de la cárcel del pecado. El carcelero, quien era el mismo demonio, nos tenía prisionero y el Señor nos salvó, nos rescató ¡Aleluya!
Las noticias son alarmantes, pero alentadoras: “Cada cinco minutos un cristiano es asesinado por su fe. Cada año 105.000 cristianos en el mundo son condenados al martirio. Un verdadero holocausto del que se habla muy poco” Aun hay quienes dan su vida por el Señor. Dios podría salvarlos a todos, pero cuando concluimos con nuestro trabajo somos llamados a su presencia. Elías, Juan el bautista, Jacobo; fueron llevados jóvenes al Cielo, ya habían cumplido el plan del Señor. Seamos valientes, es tiempo de levantar tu Biblia y anunciar el Poder de Dios, su Evangelio.
¡Gloria a Dios!
Oremos: Señor por aquellos que están en dolor, por tus soldados que estan heridos en la batalla; ánimalos para que te reciban con valentía, por los misioneros del mundo, donde quiera que se encuentren ¡Anímalos Señor! Que tu sangre preciosa cure sus heridas. Que puedan entregarse como en sus primeros días. Que nosotros los pastores de tus ovejas las cuidemos con cariño y ternura; estar atentos cuando venga el lobo, mantenernos firmes en la fe; que es en Cristo Señor nuestro.