jueves, 29 de marzo de 2012

Reprime tu Lengua



DOMAR:
1.- Amansar y hacer dócil un animal salvaje mediante la práctica de ejercicios.
2.- Contener o frenar una pasión o una conducta.
3.-  Hacer tratable a una persona o quitarle la rebeldía.
4.-  Dar flexibilidad.
5.- Reprimir.

El apóstol Santiago, en el capítulo 3, nos exhorta a refrenar, volver a colocar freno, a nuestro miembro pequeño, movible, escondido, pero que es el más tenebroso de nuestro cuerpo: la lengua. Tan poderosa, en maldad, que encendida por el infierno prende fuego a todo el curso de la vida.
¿Con cuál de las cinco definiciones del inicio se queda?
La lengua nace indomable, y por lo general de esta fuente sólo brota agua amarga. Muchas veces observamos cómo se trata de controlar a un animal salvaje. Por ejemplo el caballo, el jinete se sube ayudado por otros y comienza la batalla; el animal no cederá con cariños, ni buenas palabras, sino cuando el jinete logra por un tiempo estar sobre él y en base a latigazos o rebencazos, espuelazos y que el animal sienta un dominador, entonces podrá ser domado. Es muy difícil domar a un caballo, pues es más difícil domar nuestra lengua.
La boca es el antro de maldad que guarda el miembro más malvado del cuerpo. Cuando la lengua no es domada, es cual animal salvaje que recorre los campos, bosques y ríos sin control
La lengua del cristiano ha sido domada por Cristo, él ha quitado la rebeldía, ha colocado freno a nuestras bajas pasiones, no es que ya no existan, Él ha colocado freno, ha reprimido y ha contenido nuestra lengua. Cuando dejamos que Cristo tome el control de nuestra vida, dejemos que primero tome nuestra lengua, que la limpie, que nos retenga en las habladurías, las cuales sólo traen divisiones, amarguras, envidias y rivalidades entre los hermanos.
“El que es sabio y entendido entre ustedes es el que lo demuestra con su buena conducta, y con acciones hechas con humildad y sabiduría” Santiago 3:13 (NBD) Nueva Biblia al Día.

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